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Un árbol es juzgado por sus frutos; no importa cuál haya sido la intención del jardinero.

"El hombre puede vivir de dos maneras: conforme a los dictados de otros  --los puritanos, los moralistas-- o de acuerdo con su propia luz. Es fácil seguir a otros, es conveniente y cómodo, porque si se sigue a otros ellos se sienten bien y están contentos con uno.

Nuestros padres están felices si seguimos sus ideas, aunque carezcan de valor porque no han iluminado sus vidas... No pueden ver un hecho simple: que su vida ha sido un fracaso, que no ha sido creativa, que nunca ha tenido el sabor de la dicha, que no han sido capaces de descubrir la verdad. No han conocido el esplendor de la existencia, no tienen idea de lo que es. Sin embargo, sus egos insisten en que sus hijos deben ser obedientes, que deben seguir sus dictados...

Los políticos, los sacerdotes, los pedagogos; todos tratan de crear una falsa humanidad, de crear seres humanos no sinceros. Tal vez no ha sido ése su propósito, pero eso es lo que ha ocurrido. Y un árbol es juzgado por sus frutos; no importa cuál haya sido la intención del jardinero. Si sembró semillas de hierba y esperaba, pretendía, deseaba que crecieran rosas sólo por sus buenas intenciones, no saldrán rosas de las hierbas: ha destruído todo el campo. Imponer una estructura de carácter a una persona es hacerla no sincera, es volverla hipócrita.

La sinceridad significa vivir de acuerdo con tu propia luz. Por eso el primer requisito para ser sincero es ser meditativo. Lo primero no es ser moral, no es ser virtuoso: lo más importante es ser meditativo, de modo que puedas hallar una pequeña luz dentro de ti y comenzar a vivir de acuerdo con ella..." 

Osho: Moral, inmoral y amoral. ¿Qué está bien y qué está mal?